Hablar
de Juan Calzadilla es hablar de una larga y muy reconocida trayectoria artística.
Pintor de la palabra y poeta plástico, Juan ha sabido combinar ambas facetas a
la perfección. Investigador, crítico de arte, premio nacional de artes
plásticas en 1996. Una de las mentes más lúcidas y brillantes de la literatura
venezolana y de destacado reconocimiento en el ámbito internacional. Juan
pertenece al equipo de nuestros grandes de las letras. Los reconocimientos que
esta condición le ha otorgado, para nada han podido robarle la sencillez y la
humildad. Lo podemos asociar inmediatamente con Don Quijote.
La
energía que de él emana es intensa, vital, contundente y, al mismo tiempo,
llena de armonía, ternura y sensibilidad, se siente uno ante un autentico ser
humano, transparente y soñador.
Primeros Poemas
El
primer libro de Juan Calzadilla, Primeros poemas, data de 1954 y fue publicado
en Ediciones Mar Caribe, editorial dirigida por él y Vicente Gerbasi (1913),
poeta central y el de mayor proyección y reconocimiento de los que conformó el
grupo Viernes. Este libro, hoy excluido o poco considerado por el propio
Calzadilla en su bibliografía, más allá de sus posibles logros, nos da noticias
de sus iníciales búsquedas poéticas y nos permite establecer correspondencias
con las concepciones e inquietudes de las generaciones emergentes en su época. Es un libro donde predominan poemas con
métrica tradicional, versos de arte menor y agrupaciones estróficas fijas,
fundamentalmente tercetos y cuartetos, cuyos temas están enmarcados
principalmente en la contemplación del mundo campesino. Los títulos de algunos
de estos poemas dan fe de ello: “Egloga”, “Árbol nuestro”, “Invernal”,”Lluvia”,
“Calma después de la lluvia”,” Día de lluvia sobre el río”, “La luz que desde
el alba se menea”, “No ha muerto el cerezo”, “Cocuyo”, ”Primeras cigarras”,
“Agua nuestra”, “El grillo”, “Árbol”, entre otros.
El techo de la
ballena
La
segunda etapa en la obra de calzadilla se inicia luego de la caída del dictador
Marcos Pérez Jiménez en 1958, en el momento de mayor irrupción y cambio en la
poesía venezolana, después de la experiencia viernista7 que marcó el inicio de
la era post-gomecista. Su activa participación en El Techo de la Ballena8,
vendrá a ser además un detonante decisivo en la búsqueda de un lenguaje
completamente rupturista, de vocación anárquica y para surrealista, destinado a
expurgar y denunciar las miserias de la vida urbana percibida como una realidad
monstruosa, alienante e inhumana. Con El Techo de la Ballena: se afianza en
Venezuela —según José Barroeta— el concepto de la no valoración de la obra de
arte como tal, se amplían los conceptos del objeto artístico y de la materia
poética, jerarquizando ciertos elementos que aparecerían marginados por la
preceptiva tradicional, al mismo tiempo se va a consagrar el espíritu de
ruptura con todo lo que bordee o limite con lo convencional.
Fragmentos del poema Consejo a los jóvenes poetas
Utiliza todo: la tapa de la
alcantarilla,
La luna en el agua del retrete
mirándose a solas,
La flor marchita en el pico de la
manguera
Del extinguidor de incendio.
No dejes nada afuera. Ni el hecho
frotado con
Las yemas de los dedos sobre el
mostrador de vidrio.
Ni el portazo a medianoche frente a la
calle
Como boca de lobo sobre cuyo muro ciego
imprimes
Dando manotazos tus desafueros, tus
penas
Y las coces de este graffiti que
blasfema.
Utiliza todo: no dejes nada afuera.
Como Ulises
Así como antes te detenía un río
crecido
Hoy te detiene un accidente de
tránsito,
El silbato del vigilante, una calle
ciega,
Una orden que tú no entiendes
Así te la dieran al oído.
Antes las cabalgaduras desfallecían
Y rodaban deshechas por el barranco.
Pero nada te impedía llegar a casa.
Aunque tardaras como Ulises diez años.
Hoy te lo impide una especie
De muerte que encuentras en todas
partes
Pues como marca la llevas contigo
Impresa en tu cuerpo bajo muchos
Disfraces por fuera y por dentro
Emilio Pino Salinas
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