jueves, 4 de junio de 2015

Juan Calzadilla, el poeta de la ciudad

Hablar de Juan Calzadilla es hablar de una larga y muy reconocida trayectoria artística. Pintor de la palabra y poeta plástico, Juan ha sabido combinar ambas facetas a la perfección. Investigador, crítico de arte, premio nacional de artes plásticas en 1996. Una de las mentes más lúcidas y brillantes de la literatura venezolana y de destacado reconocimiento en el ámbito internacional. Juan pertenece al equipo de nuestros grandes de las letras. Los reconocimientos que esta condición le ha otorgado, para nada han podido robarle la sencillez y la humildad. Lo podemos asociar inmediatamente con Don Quijote.  

La energía que de él emana es intensa, vital, contundente y, al mismo tiempo, llena de armonía, ternura y sensibilidad, se siente uno ante un autentico ser humano, transparente y soñador.

Primeros Poemas

El primer libro de Juan Calzadilla, Primeros poemas, data de 1954 y fue publicado en Ediciones Mar Caribe, editorial dirigida por él y Vicente Gerbasi (1913), poeta central y el de mayor proyección y reconocimiento de los que conformó el grupo Viernes. Este libro, hoy excluido o poco considerado por el propio Calzadilla en su bibliografía, más allá de sus posibles logros, nos da noticias de sus iníciales búsquedas poéticas y nos permite establecer correspondencias con las concepciones e inquietudes de las generaciones emergentes en su época.  Es un libro donde predominan poemas con métrica tradicional, versos de arte menor y agrupaciones estróficas fijas, fundamentalmente tercetos y cuartetos, cuyos temas están enmarcados principalmente en la contemplación del mundo campesino. Los títulos de algunos de estos poemas dan fe de ello: “Egloga”, “Árbol nuestro”, “Invernal”,”Lluvia”, “Calma después de la lluvia”,” Día de lluvia sobre el río”, “La luz que desde el alba se menea”, “No ha muerto el cerezo”, “Cocuyo”, ”Primeras cigarras”, “Agua nuestra”, “El grillo”, “Árbol”, entre otros.   



 El techo de la ballena

La segunda etapa en la obra de calzadilla se inicia luego de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez en 1958, en el momento de mayor irrupción y cambio en la poesía venezolana, después de la experiencia viernista7 que marcó el inicio de la era post-gomecista. Su activa participación en El Techo de la Ballena8, vendrá a ser además un detonante decisivo en la búsqueda de un lenguaje completamente rupturista, de vocación anárquica y para surrealista, destinado a expurgar y denunciar las miserias de la vida urbana percibida como una realidad monstruosa, alienante e inhumana. Con El Techo de la Ballena: se afianza en Venezuela —según José Barroeta— el concepto de la no valoración de la obra de arte como tal, se amplían los conceptos del objeto artístico y de la materia poética, jerarquizando ciertos elementos que aparecerían marginados por la preceptiva tradicional, al mismo tiempo se va a consagrar el espíritu de ruptura con todo lo que bordee o limite con lo convencional.


Fragmentos del poema Consejo a los jóvenes poetas

Utiliza todo: la tapa de la alcantarilla,
La luna en el agua del retrete mirándose a solas,
La flor marchita en el pico de la manguera
Del extinguidor de incendio.
No dejes nada afuera. Ni el hecho frotado con
Las yemas de los dedos sobre el mostrador de vidrio.
Ni el portazo a medianoche frente a la calle
Como boca de lobo sobre cuyo muro ciego imprimes
Dando manotazos tus desafueros, tus penas
Y las coces de este graffiti que blasfema.
Utiliza todo: no dejes nada afuera.  


Como Ulises

Así como antes te detenía un río crecido
Hoy te detiene un accidente de tránsito,
El silbato del vigilante, una calle ciega,
Una orden que tú no entiendes

Así te la dieran al oído.
Antes las cabalgaduras desfallecían
Y rodaban deshechas por el barranco.
Pero nada te impedía llegar a casa.

Aunque tardaras  como Ulises diez años.
Hoy te lo impide una especie
De muerte que encuentras en todas partes

Pues como marca la llevas contigo
Impresa en tu cuerpo bajo muchos
Disfraces por fuera y por dentro


Emilio Pino Salinas 


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