Nuestra literatura tiene mucho que enseñarnos, cuando
vamos descubriendo en profundidad nos damos cuenta de su capacidad de reflexión
y de compromiso social, la literatura venezolana preserva la identidad y la
esencia de nuestros pueblos y, un ejemplo de esto es el escritor Orlando
Araujo, el mismo que sintió al país desde sus venas, siempre se esmero por las
cusas justas, militante de izquierda y un pensador infatigable, la lucha de
Araujo es hoy reivindicada por la Revolución Bolivariana, pero todavía falta
mucho por seguir difundiendo legado literario y político.
Orlando Araujo nació en Barinas en 1927 y murió en
Caracas el año de 1987, escritor,
economista, poeta, profesor universitario, periodista y guionista de cine y televisión,
entre los años de 1949 y 1953, estudio y se graduó de forma simultánea en las
escuelas de economía y letras de la universidad central de Venezuela. Desde
1955 a 1957 hizo un post-grado de economía en la universidad de Columbia, en
Nueva York. En la década de 1960 fue un activo militante de izquierda y figuro
entre los redactores de El Venezolano y otras publicaciones afines, por los
cual sufriópersecuciones por parte de los cuerpos de seguridad del estado. Su bibliografía
consta de treinta títulos, es considerado un polígrafo por toda la variedad, extensión
y calidad de su obra.
En 1966 obtuvo el primer concurso de cuentos de la
universidad del Zulia por su trabajo La palabra estéril en 1968, en 1972 gano
el premio municipal de prosa narrativa venezolana contemporánea. También fue galardonado con premio nacional
de literatura por Contrapunteo de la vida y de la muerte: ensayo sobre la poesía
de Alberto Arvelo Torrealba (1974), produjo literatura infantil con libros como
los viajes de Miguel Vicente Pata Caliente (1977), entre la poesía se encuentra
Glosas del piedemonte (1980) y Elia en azul (1988).
La niñez
Orlando Araujo recuerda su niñez y el encuentro con la
literatura en De lo humano y lo divino: "Yo conocí a Rubén Darío muy de
mañanita, en una hacienda de café de mi padre, al pie del monte andino. Qué
alegre y fresca la mañanita, me agarra el aire por la nariz, los perros ladran,
un niño grita, y una muchacha gorda y bonita sobre una piedra muele maíz. Y
para mí esto era la calle de los mamones y del calvario allá en Calderas. Y
eran las hijas de Carmelita Moreno moliendo el maíz de las arepas y era
Filipillo Raspacabulla dando brincos; y era, en fin. Rubén Darío, amigo mío, ya
definitivamente metido en mis diez mil infancias. Rubén convivía con Vargas
Vila en la caballeriza de mi casa en el pueblo. Vargas Vila era clandestino. Yo
leía Aura o las Violetas, y leía El Huerto del Silencio para llorar con las
mujeres leprosas mientras el caballo turco de mi padre miraba tratando de
comprender, y enmudecía."
El universo rural
Araujo es el principal exponte del universo rural dentro
de la literatura, con respeto a este género es de los escritores más
aventajados, combinaba la anécdota con la descripción detallada de los
paisajes, deteniéndose en la magia del instante, fue capaz de difundir muchas
voces que se revelaron para irrumpir en el relato de la geografía y la historia
del país, sus letras representan un mosaico de tiempos, espacios y
pensamientos. Un intelectual que piso firme y jamás se desligó de la realidad,
el poeta Antonio Trujillo en la
presentación de una de su obras expresó “La obra de Orlando gira siempre estuvo
alrededor de escritores que buscaron la identidad del país, entre ellos:
Enrique Bernardo Núñez, Juan de Castellanos, Rómulo Gallegos. Orlando no solo
se basó en la crítica literaria sino que también escribió para los niños y
jóvenes. Hay una constante en la literatura de Orlando y es la naturaleza”.
Va y viene, como buen excursionista, de la raíz al
fruto, del tallo a la tierra, salta entre pasado y presente para cerrar al
borde, para chequear el recorrido, el territorio que ocupan estas historias.
Hace juicios, es apasionado. No sigue un orden metodológico. Es buscador de
signos, guía de sentidos. Y no se exagera cuando se dice que un libro como
Venezuela violenta se convierte en el anuncio de la Revolución Bolivariana y es
una reflexión históricamente actualizada que nos permite ver dónde estamos.
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