Hablar
de un revolucionario como el Che Guevara es también referirnos a un gran
lector, un apasionado sin límites de los libros, un hombre que consiguió en la
lectura una transformación constante, necesario para la lucha revolucionaria. Además
el Che también pensó la lectura una como
adicción “mis dos debilidades fundamentales: el tabaco y la lectura”.
Pero
es desde muy joven donde Ernesto Guevara inicia su amor por la lectura, influenciado
por sus padres, a los 15 años ya ha devorado la copiosa literatura de aventuras
de Julio Verne y Jack London, a Horacio Quiroga y Pablo Neruda, pero también ha
leído a Sigmund Freud, Carlos Marx y Federico Engels, a poetas españoles como
Antonio Machado y Federico García Lorca, y a franceses como Charles Baudelaire
y Stéphane Mallarmé. Sus biógrafos afirman que a los 17 años comienza a
escribir su diccionario filosófico, en el que intenta ordenar sus lecturas; a
las ya se sumaban Lenin y Stalin, Friedrich Nietzsche, Bertrand Rusell y H.G
Wells.
Las
personas más allegadas al Comandante Guevara en su época como ministro en la
Revolución cubana, cuentan que en muchas ocasiones se encerraba en el baño de
su oficina para poder leer con tranquilidad y, existe otro ejemplo de su característica
como lector: una foto donde está en Bolivia, subido a un árbol, leyendo. El Che encontraba en la lectura un bálsamo
para su gran curiosidad, un horizonte para sus pensamientos, pero también leía
muy atentamente por puro placer, hay innumerables registros que lo prueban y
esos mismos registros son también los primeros borradores de los libros que él
mismo ha escrito.
Ya
en su fase de guerrillero revolucionario, sus libretas de la Sierra Maestra
revelan que por esos años leía a los clásicos de Esquilo, Aristófanes, Homero,
Shakespeare, Cervantes, Goethe, Toynbee, Quevedo y Tolstoy; además de
algunos novelistas latinoamericanos como
Miguel Ángel Asturias y Rómulo Gallegos, al ensayista José Ingenieros y, una
constante de todos sus viajes, a autores que ampliaran sus conocimientos sobre
el territorio que transitaba.
El último lector
Para
abordar de forma precisa y argumentada
acerca de las características del Che Guevara como lector, es necesario hacer
referencia a la obra del escritor argentino Ricardo Piglia: El Último Lector,
es un estudio exhaustivo de la capacidad
y formación de diferentes lectores reconocidos entre ellos Ernesto “El Che”
Guevara; en este libro Piglia asegura que el Che “es el último lector porque ya
estamos frente al hombre práctico en estado puro, frente al hombre de acción El
hombre de acción por excelencia, ése es Guevara (y a veces habla así). A la vez
Guevara está en la vieja tradición, la relación que mantiene con la lectura lo
acompaña toda su vida”, es decir que podríamos hablar de un hombre que asume
ese compromiso lector hasta en situaciones de peligro. Son situaciones de
lectura extrema, fuera de lo común y la lectura en esos momentos se opone a un
mundo hostil.
Ricardo
Piglia desmenuza con mucha certeza histórica el desevolmiento del Che Guevara
en pleno movimiento guerrillero en Bolivia “la marcha supone además la
liviandad, la ligereza, la rapidez. Hay que desprenderse de todo, estar liviano
y marchar. Pero Guevara mantiene cierta pesadez. En Bolivia, ya sin fuerzas,
llevaba libros encima. Cuando es detenido en Ñancahuazu, cuando es capturado
después de la odisea que conocemos, una odisea que supone la necesidad de
moverse incesantemente y de huir del cerco, lo
único
que conserva (porque ha perdido todo, no tiene ni zapatos) es un portafolio de
cuero, que tiene atado al cinturón, en su costado derecho, donde guarda su
diario de campaña y sus libros. Todos se desprenden de aquello que dificulta la
marcha y la fuga, pero Guevara sigue todavía conservando los libros, que pesan
y son lo contrario de la ligereza que exige la marcha”. Estas anécdotas que nos
muestra Piglia representa la verdadera vida de un lector, aferrado a los libros
hasta el final de su vida.
Sus libros en
Bolivia
Para
no detallar el centenar de libros que contemplaba su plan de lectura boliviano,
podemos nombrar a algunos que dan cuenta de la heterogeneidad de sus lecturas
finales: La historia como hazaña de la libertad de Benedetto Croce, Memorias de
Winston Churchill, Fenomenología del
Espíritu de Georg Wilhelm Friedrich Hegel,
La revolución permanente de León Trotsky; Tupac Amaru, el rebelde de Boleslao Lewin;
Historia económica de Bolivia de Luis Peñaloza,
Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel de Karl
Marx, Lógica de Aristóteles; . También se cree que su ejemplar de Don
Quijote de la Mancha fue rápidamente sustraído por los lugareños o los rangers,
ya que el Che viajaba siempre con el libro, del que hizo innumerables menciones
durante su vida, sobre todo en la correspondencia con su madre.
Emilio Pino Salinas