martes, 24 de marzo de 2015

El Che Guevara lector



Hablar de un revolucionario como el Che Guevara es también referirnos a un gran lector, un apasionado sin límites de los libros, un hombre que consiguió en la lectura una transformación constante, necesario para la lucha revolucionaria. Además el Che también pensó la lectura una  como adicción “mis dos debilidades fundamentales: el tabaco y la lectura”.  

Pero es desde muy joven donde Ernesto Guevara   inicia su amor por la lectura, influenciado por sus padres, a los 15 años ya ha devorado la copiosa literatura de aventuras de Julio Verne y Jack London, a Horacio Quiroga y Pablo Neruda, pero también ha leído a Sigmund Freud, Carlos Marx y Federico Engels, a poetas españoles como Antonio Machado y Federico García Lorca, y a franceses como Charles Baudelaire y Stéphane Mallarmé. Sus biógrafos afirman que a los 17 años comienza a escribir su diccionario filosófico, en el que intenta ordenar sus lecturas; a las ya se sumaban Lenin y Stalin, Friedrich Nietzsche, Bertrand Rusell y H.G Wells.

Las personas más allegadas al Comandante Guevara en su época como ministro en la Revolución cubana, cuentan que en muchas ocasiones se encerraba en el baño de su oficina para poder leer con tranquilidad y, existe otro ejemplo de su característica como lector: una foto donde está en Bolivia, subido a un árbol, leyendo.   El Che encontraba en la lectura un bálsamo para su gran curiosidad, un horizonte para sus pensamientos, pero también leía muy atentamente por puro placer, hay innumerables registros que lo prueban y esos mismos registros son también los primeros borradores de los libros que él mismo ha escrito.

Ya en su fase de guerrillero revolucionario, sus libretas de la Sierra Maestra revelan que por esos años leía a los clásicos de Esquilo, Aristófanes, Homero, Shakespeare, Cervantes, Goethe, Toynbee, Quevedo y Tolstoy; además de algunos  novelistas latinoamericanos como Miguel Ángel Asturias y Rómulo Gallegos, al ensayista José Ingenieros y, una constante de todos sus viajes, a autores que ampliaran sus conocimientos sobre el territorio que transitaba.  


El último lector

Para abordar de forma precisa y  argumentada acerca de las características del Che Guevara como lector, es necesario hacer referencia a la obra del escritor argentino Ricardo Piglia: El Último Lector, es un estudio  exhaustivo de la capacidad y formación de diferentes lectores reconocidos entre ellos Ernesto “El Che” Guevara; en este libro Piglia asegura que el Che “es el último lector porque ya estamos frente al hombre práctico en estado puro, frente al hombre de acción El hombre de acción por excelencia, ése es Guevara (y a veces habla así). A la vez Guevara está en la vieja tradición, la relación que mantiene con la lectura lo acompaña toda su vida”, es decir que podríamos hablar de un hombre que asume ese compromiso lector hasta en situaciones de peligro. Son situaciones de lectura extrema, fuera de lo común y la lectura en esos momentos se opone a un mundo hostil. 

Ricardo Piglia desmenuza con mucha certeza histórica el desevolmiento del Che Guevara en pleno movimiento guerrillero en Bolivia “la marcha supone además la liviandad, la ligereza, la rapidez. Hay que desprenderse de todo, estar liviano y marchar. Pero Guevara mantiene cierta pesadez. En Bolivia, ya sin fuerzas, llevaba libros encima. Cuando es detenido en Ñancahuazu, cuando es capturado después de la odisea que conocemos, una odisea que supone la necesidad de moverse incesantemente y de huir del cerco, lo
único que conserva (porque ha perdido todo, no tiene ni zapatos) es un portafolio de cuero, que tiene atado al cinturón, en su costado derecho, donde guarda su diario de campaña y sus libros. Todos se desprenden de aquello que dificulta la marcha y la fuga, pero Guevara sigue todavía conservando los libros, que pesan y son lo contrario de la ligereza que exige la marcha”. Estas anécdotas que nos muestra Piglia representa la verdadera vida de un lector, aferrado a los libros hasta el final de su vida. 

Sus libros en Bolivia

Para no detallar el centenar de libros que contemplaba su plan de lectura boliviano, podemos nombrar a algunos que dan cuenta de la heterogeneidad de sus lecturas finales: La historia como hazaña de la libertad de Benedetto Croce, Memorias de Winston Churchill,  Fenomenología del Espíritu de Georg Wilhelm Friedrich Hegel,  La revolución permanente de León Trotsky;  Tupac Amaru, el rebelde de Boleslao Lewin; Historia económica de Bolivia de Luis Peñaloza,  Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel de Karl Marx,  Lógica de Aristóteles;  . También se cree que su ejemplar de Don Quijote de la Mancha fue rápidamente sustraído por los lugareños o los rangers, ya que el Che viajaba siempre con el libro, del que hizo innumerables menciones durante su vida, sobre todo en la correspondencia con su madre.

Emilio Pino Salinas 



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