martes, 14 de abril de 2015

Eduardo Galeano, siempre vivirá en sus letras


“Yo creo que fuimos nacidos hijos de los días, porque cada día tiene una historia y nosotros somos las historias que vivimos” Eduardo Galeano

Siempre he considerado al maestro Eduardo Galeano como un obrero de la pluma, un trabajador tenaz, de hecho fallece un día lunes en la mañana, en pleno horario laboral, la genialidad siempre lo persiguió. Esta noticia nos aqueja y nos entristece muchísimo, se nos fue físicamente uno de los escritores que más enseñanzas concretas dejó en sus reflexiones sobre nuestra realidad, la de América Latina, fue un constante educador, el más ingenioso hombre de las letras, siempre cultivó en sus trabajos  la reflexión y el humor con el fin de  contribuir con la construcción de un pensamiento crítico, en una ocasión recuerdo claramente cuando la periodista mexicana Carmen Aristegui lo entrevista y el afirma que no se considera un intelectual, porque muchos intelectuales lo que hacen es pensar y no sentir, entonces el comprendía que debía existir un equilibrio, se trata de  asumir la intelectualidad pero  orgánica.

Galeano se transformó en una de las voces más populares de América Latina, gracias a una obra que pasó por la ficción y el ensayo, esta última una esfera que tuvo espacio para temas tan diversos como el fútbol y la política, quizás dos de sus más grandes pasiones.

Hombre comprometido, Galeano se convirtió en un referente para varias generaciones gracias entre otros a su aclamado ensayo “Las venas abiertas de América Latina”, en el que denuncia la explotación a la que fueron sometidos los países de la región desde la llegada de los colonos españoles; defensor de las causas justas, siempre aplaudió las reivindicaciones sociales profundizadas desde la Revolución Bolivariana, siempre sintió una gran admiración por el comandante Chávez y por todo el ideal que él representaba.

Ser escritor no fue el primer destino de Eduardo Hughes Galeano, nacido en Montevideo el 3 de septiembre de 1940. Su primera aspiración fue el fútbol, que lo describía como una fiesta  (a este deporte le dedicó dos libros y miles de minutos de su vida),. Después vendrían las ganas de ser pintor, dibujante, “de ser Picasso”, decía. De hecho, su primera publicación no fue un artículo periodístico ni un cuento, sino una caricatura política a sus catorce años en el semanario El sol del Partido Socialista, desde ese momento comenzaría su caminar entre miles de publicaciones. Las Letras llegarían unos (pocos) años más tarde, de la mano de la prensa gráfica: primero como editor en el semanario Marcha, más tarde a cargo de la dirección del diario Época, cuando tenía 24 años.

Sin embargo, la vocación por la ficción apareció enseguida: en 1963 publicó Los días siguientes, una novela corta a la que más tarde juzgaría como “bastante mala” pero que sirvió de puntapié inicial para su camino literario, que luego contaría con títulos entre los cuales se destacaron, por sobre todos, Las venas abiertas de América Latina, de 1971 y la trilogía Memoria del fuego, publicada entre 1982 y 1986.


La historia de Latinoamérica, que intentó narrar sobre todo en esas dos ocasiones, fue una de sus obsesiones: “Probablemente no haya región en el mundo que contenga tantas maravillas escondidas como América Latina”, sostenía. Sobre Las venas…, que recorrió el continente en la espalda de miles de mochileros y que el presidente venezolano Hugo Chávez le regaló a su par estadounidense Barack Obama en 2009 haciéndola subir 60.275 lugares en el ranking de los libros más vendidos de Europa hasta llegar al quinto puesto, Osvaldo Bayer dijo: “Muy pocos autores latinoamericanos entraron tanto, en cuanto a política, historia y sociología, como entró Galeano; si en Europa se conocen los problemas de la región entre la intelectualidad y el estudiantado es por su libro”.

Escribió la obra entre los 27 y los 31 años, y se convirtió a través de ella en un referente de la izquierda regional, aunque prefirió nunca identificarse directamente con un partido, sino con el socialismo. Su libro, del que en 2011 se manifestaría “muy orgulloso” pero diría también “me pesa como un ancla porque marca un estándar que me siento obligado a alcanzar una y otra vez” le valdría la lamentable censura por parte de las dictaduras uruguaya, chilena y argentina durante los años setenta. Llegaría al mismo tiempo el exilio de su país, al que definió habitado por “tres millones de anarquistas conservadores: no nos gusta que nadie nos mande, y nos cuesta cambiar”.

Eduardo Galeano siempre vivirá en sus letras, pero siempre extrañaremos su verbo aguerrido que irrumpió con fuerza en el debate de los pueblos menos privilegiados, es cierto “el dolor se dice callando” pero es nuestra misión recordarte, mantener viva tú memoria, esa memoria que tanto defendiste; jamás claudicaremos maestro, seguimos firmes en este camino con la convicción de ser libres.  


Emilio Pino Salinas 

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