miércoles, 4 de septiembre de 2013

TODO POR LOS NIÑOS




Fue en la Plaza Bolívar de Villa de Cura, cuando pude ver por primera vez al “Caballo de Hierro”, el “Pluto”: Roberto Muñoz, tal vez yo tendría once o doce años de edad. El beisbol era mi absoluta pasión, mis héroes se asomaban entre bates, lanzamientos rápidos, robos de base; y siempre ese pasión estuvo conducida por un equipo: Los Tigres de Aragua, sufría sus derrotas, celebraba sus victorias, anotaba los juegos y sobre todo rememoraba sus viejas glorias: Rod Carew, David Concepción, “Chalao” Méndez y Roberto Muñoz. 

            Todavía recuerdo la imagen de Roberto Muñoz: Un Hombre mayor, alto y flaco, luciendo ropa deportiva y una voz grave casi incomprensible; la leyenda viviente del beisbol nacional: El primer lanzador que logro completar más de 50 triunfos y 50 salvados dentro de la liga (además se les incorpora a lista: Giovannì Carrara y Luis Aponte) abridor y cerrador efectivo, el Dennis Eckersley de Venezuela. Fueron 17 años de carrera con diferentes equipos: El Valencia, Llaneros de Acarigua, Navegantes del Magallanes, Tigres de Aragua, Cardenales de Lara y Leones del Caracas. En el año de 1967, se convirtió en el venezolano número 13 en las Ligas Mayores, con los Atlèticos de Kansas City, y la necesidad lo hizo madurar y firmar un contrato profesional, por una causa noble “Empecé a jugar beisbol porque el hambre y la necesidad de mi familia me obligaron a firmar un contrato profesional”. El “Pluto” nunca olvido su origen humilde y esos acontecimientos que marcan la vida “Limpie zapatos y maneje bicicleta repartiendo cosas para costear mis estudios”. Un dato muy particular en su carrera en las Grandes Ligas, fue que debió usar su segundo apellido Rodríguez  por la inexistencia de la “ñ” en el Ingles.

            Recuerdo que llegue a estrecharle la Mano a David Concepción (en San Francisco de Asís y en Magdaleno) pero el recuerdo, la ilusión de haber conocido a Roberto Muñoz, siempre fue más grande, mas especial para mí (aunque el Rey David es el Rey David).  

            La última vez que vi a Roberto, fue en Magdaleno, sentado en la esquina de una acera, me acerque con un grupo de muchachos para que nos diera autógrafo  y  con una enorme sonrisa expreso “Claro que sí, Todo por los Niños”.

            Gracias a Dios y a la vida por darme la enorme dicha de haber conocido al lanzador más temible del beisbol profesional venezolano, Roberto Muñoz: El Caballo de Hierro.

 

            Emilio Pino Salinas

 

             

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