Esta carta no es escrita por cualquier militante
Comunista, se trata del Hombre que le dio dinamismo a las luchas
revolucionarias fortaleciendo la conciencia de clases entre los obreros,
escribió el manifiesto Comunista (con ayuda de su buen amigo) y dedico su vida
al estudio y compresión de la sociedad en el capitalismo, por eso es que no se
trata de cualquier Hombre inscrito en el Partido del Martillo y la so, Es:
Carlos Marx. El moro, como era conocido entre sus familiares y amigos, estuvo
profundamente enamorado de Jenny Von Westphalen, a la cual le escribió versos
cargados de profunda pasión, y aquí los dejo con una maravillosa carta escrita
por Marx para su amada Jenny, enviada el 21 de junio de 1856, donde se
evidencia la entrega y absoluto tono de Poesía:
“¡Amada
mía!: Te escribo de nuevo porque me encuentro solo y porque me es difícil estar
siempre platicando contigo mentalmente, y al mismo tiempo, como tú no sabes
nada de esto, no me oyes ni puedes responderme. Tu retrato no está mal, es
maravilloso, me viene bien, y ahora comprendo por qué hasta las lúgubres
madonnas, las más monstruosas obras de la virgen, podían encontrar fervorosos
admiradores, e incluso, mayor cantidad de admiradores que las mejores pinturas.
En todo caso, ninguna de estas lúgubres obras fue tan besada, nadie las miró
con este estremecimiento piadoso, nadie las adoró tanto como yo a tu retrato
que, aunque no es lúgubre, es sombrío, y no refleja en absoluto tu gracia, tu
encanto “dulce”, creado especialmente para besarte el rostro. Yo afirmo que los
rayos del sol se imprimieron mal, y encuentro que mis ojos no se han
deteriorado con la luz de la lámpara nocturna ni con el humo del tabaco, y son
capaces de dibujar no solo en sueños, sino en la realidad. Tú estás ante mí
como viva, te tomo en mi s brazos, te cubro de besos de la cabeza a los pies,
caigo de rodillas ante ti y suspiro. Yo la amo, madame. Y efectivamente, te amo
más fuerte de lo que alguna vez amó el moro de Venecia.
[…]
El falso y vacío mundo crea una errónea y superficial idea de las personas. ¿Cuál de mis numerosos calumniadores y detractores me ha reprochado alguna vez que sirvo para el papel de primer amante en algún teatro de segunda? Y es así. […] Mi amor hacia ti, lejos de mí te costará trabajo comprobarlo, significa tanto como lo que es en realidad: una especie de gigante, en él se junta la energía de mi alma y la fuerza de mis sentidos. […]
Es que esa variedad que nos impone la enseñanza y la conducta moderna y esa expectatividad que nos hace poner en duda todas las sensaciones objetivas y subjetivas, sólo sirve y existe para hacernos ruines, débiles, burgueses e indecisos. No obstante, no es el amor de Feuerbach, ni el amor al proletariado, sino el amor a la amante, a ti, el que hace al hombre de nuevo hombre, en el completo sentido de la palabra. […] Te sonreirás, querida mía, y te preguntarás porque estoy tan retórico. Pero si yo pudiera apretar tu tierno y limpio corazón al mío, me callaría y no pronunciaría ni una palabra”.
El falso y vacío mundo crea una errónea y superficial idea de las personas. ¿Cuál de mis numerosos calumniadores y detractores me ha reprochado alguna vez que sirvo para el papel de primer amante en algún teatro de segunda? Y es así. […] Mi amor hacia ti, lejos de mí te costará trabajo comprobarlo, significa tanto como lo que es en realidad: una especie de gigante, en él se junta la energía de mi alma y la fuerza de mis sentidos. […]
Es que esa variedad que nos impone la enseñanza y la conducta moderna y esa expectatividad que nos hace poner en duda todas las sensaciones objetivas y subjetivas, sólo sirve y existe para hacernos ruines, débiles, burgueses e indecisos. No obstante, no es el amor de Feuerbach, ni el amor al proletariado, sino el amor a la amante, a ti, el que hace al hombre de nuevo hombre, en el completo sentido de la palabra. […] Te sonreirás, querida mía, y te preguntarás porque estoy tan retórico. Pero si yo pudiera apretar tu tierno y limpio corazón al mío, me callaría y no pronunciaría ni una palabra”.
Emilio Pino Salinas
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